El sistema inmune es la defensa natural que tiene nuestro cuerpo contra las infecciones como las bacterias y los virus. Cuidar nuestro sistema inmune aportándole los nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento es fundamental para mantenerlo a pleno rendimiento y proteger nuestro organismo contra los antígenos.
Nuestro sistema inmune trabaja constantemente para proteger al cuerpo de infecciones, lesiones y enfermedades. Se basa en un suministro adecuado de nutrientes para su adecuado funcionamiento basal, así como para aumentar su actividad cuando sea necesario. Está bien establecido que la desnutrición (desnutrición proteico-energética y obesidad) y las deficiencias en uno o más micronutrientes (vitaminas y minerales nutricionalmente esenciales) disminuyen la función inmune. En la mayor parte de los casos, la corrección de estas deficiencias de nutrientes restaura las funciones inmunes afectadas.
Por lo tanto, para mantener nuestro sistema inmune en plenas condiciones y reducir los riesgos, debemos seguir unos hábitos saludables y aportar a nuestro organismo los nutrientes necesarios para ello.
¿Qué hábitos debemos seguir para cuidar nuestro sistema inmune?
- Tener unos hábitos de sueño adecuados: está demostrado científicamente que una menor duración del sueño aumenta el riesgo de enfermedades infecciosas. Cuando dormimos adecuadamente, se produce la secreción de la melatonina, una molécula que no solamente interviene en el ciclo natural del sueño, sino que, además, puede desempeñar un papel en la reducción de la virulencia de los virus e infecciones.
- Manejo del estrés: el estrés psicológico interrumpe la regulación inmune y se asocia específicamente con un aumento de las citoquinas proinflamatorias como la IL-6. Técnicas como la meditación o ejercicios de respiración reducen el estrés y pueden reducir las citoquinas inflamatorias.
¿Qué nutrientes son necesarios para el correcto funcionamiento de nuestras defensas?
- Omega 3: los omega 3 EPA y DHA tienen un efecto antiinflamatorio, ya que aumentan el contenido de EPA y DHA de las membranas de las células inmunes, principalmente al desplazar el ácido araquidónico y convertirse en el sustrato de las enzimas que sintetizan eicosanoides.
- Selenio: el selenio es un componente integral de dos enzimas antioxidantes: la glutatión peroxidasa y la tiorredoxina reductasa, que protegen las células inmunes del daño oxidativo.
- Vitamina C: las células inmunes acumulan y concentran vitamina C y luego la usan rápidamente durante una respuesta inmune activa. El estrés físico, el estrés oxidativo, el tabaquismo y las enfermedades, pueden ir acompañados de una mayor demanda de vitamina C.
- Vitamina D: niveles bajos de vitamina D3 en sangre están vinculados a un mayor riesgo de infecciones del tracto respiratorio superior.
- Zinc: el zinc también es un componente estructural y funcional de proteínas y enzimas críticas para la función inmune normal. Una de estas enzimas antioxidantes que contienen zinc, la superóxido dismutasa, protege las células inmunes de las especies reactivas de oxígeno que se generan al destruir los patógenos invasores durante una respuesta inmune.
- Probióticos: la microbiota intestinal influye en la función inmune al crear una barrera contra la colonización por patógenos y al interactuar con las células inmune del huésped para influir en su función.
Por lo tanto, conocer nuestro sistema inmune y cómo cuidarlo es fundamental para mantener un estado de salud adecuado, especialmente en la época en la que nos encontramos.