La vitamina C es un nutriente esencial para los seres humanos, ya que no solamente es un potente antioxidante, sino que también es básica para nuestras defensas. Nuestro organismo no lo puede fabricar por sí mismo, por lo que necesitamos obtenerlo de fuentes externas, como la alimentación o los complementos alimenticios.
Dentro de los nutrientes, la vitamina C es uno de los que aporta beneficios más claros y necesarios. Tiene reconocidas oficialmente, por parte de las autoridades sanitarias, nada menos que 15 propiedades saludables. Protege nuestras células del daño oxidativo, contribuye al funcionamiento normal del sistema nervioso, ayuda a disminuir el cansancio y la fatiga, contribuye a la formación del colágeno necesario para las encías, los cartílagos, los dientes y la piel… pero posiblemente una de las propiedades más interesantes de la vitamina C sea su contribución al normal funcionamiento del sistema inmunitario.
Esta propiedad es sobre todo interesante en la época actual debido a la situación sanitaria en la que nos encontramos, ya que su acción como refuerzo del sistema inmunitario es lo que permite que nuestro organismo, cuando sufre el asalto de los virus, esté mejor armado para defenderse de esos ataques. Con un buen aporte de vitamina C, nuestras defensas podrán luchar mejor contra los virus. Y es que lo que nos hace sentir tan mal durante cualquier proceso viral no son solamente los síntomas. Lo que nos da esa sensación de decaimiento, derrota y falta de energía no es, ni más ni menos, que nuestro sistema inmunitario dedicando todo su arsenal a luchar contra los virus. Y eso absorbe toda la energía de nuestro organismo.
Este refuerzo es aún más importante en determinadas poblaciones, como niños o personas mayores.
Los niños siempre están más expuestos a virus, básicamente por la mayor probabilidad de contagio en colegios y guarderías. En cuanto a las personas mayores, su sistema de defensas no es tan fuerte como el de los jóvenes, por lo que sus síntomas se podrían agravar. Por todo ello, la prevención en estas fechas es clave, y la vitamina C puede ser un arma muy apropiada en este sentido.
Sin embargo, se trata de un nutriente que tiene un problema muy característico: su baja absorción. Nuestro organismo solo puede absorberla en cantidades limitadas. Debido a esto, si tomamos más dosis de la recomendada, puede provocar efectos adversos como la diarrea por retención ormótica.
Cuando ingerimos una cápsula o comprimido tradicional, comienza un largo trayecto por todo el sistema digestivo hasta llegar al intestino delgado, donde se absorben los nutrientes. Durante ese trayecto, los nutrientes se someten a la acción de las enzimas digestivas de la boca y estómago, los ácidos digestivos, las sales biliares y la microbiota intestinal. Todo este proceso, con sus consiguientes y sucesivas reacciones químicas, degrada los nutrientes, demora su absorción y afecta a su biodisponibilidad.
Por este motivo, es importante que los complementos alimenticios a base de vitamina C que consumamos sean de calidad y que garanticen la biodisponibilidad, como son los fabricados mediante la tecnología de encapsulación liposomal. De esta forma, nos aseguraremos de que nuestro organismo absorba la vitamina C de manera correcta y nos podamos beneficiar de todas las propiedades de este nutriente.