El verano es una época para disfrutar de las vacaciones y el descanso, pero también para cuidarse. Y es que, durante esta estación, nuestro cuerpo está sometido a un gran número de factores externos que pueden perjudicar nuestra salud. Para evitar esta situación, en este post podrás conocer qué vitaminas necesitamos para cuidar nuestra salud en verano.
Cambio de hábitos diarios, aumento de las temperaturas, aires acondicionados, la sal del mar, el cloro de las piscinas… son algunos de los factores externos característicos del verano. Además, a esto debemos sumarle que, en muchas ocasiones, durante esta época no cuidamos nuestra alimentación como deberíamos, algo que puede provocar una falta de nutrientes que puede acabar afectando a nuestra salud.
¿Por qué son necesarias las vitaminas en verano?
Las vitaminas son compuestos orgánicos necesarios para la vida, la cuales ejercen importantes funciones biológicas en nuestro organismo para asegurar el correcto metabolismo y desarrollo humano. Debemos obtenerlas de los alimentos o fuentes externas como la complementación, ya que nuestro organismo es incapaz de sintetizarlas o lo hace en cantidades insuficientes.
Por lo tanto, un aporte extra de vitaminas en verano puede ayudar a nuestro organismo a hacer frente a los factores externos que puedan afectar a nuestra salud. A continuación, te indicamos cuáles son las vitaminas para cuidar nuestra salud en verano:
Vitamina A
La vitamina A, también conocida como retinol, es una vitamina liposoluble muy importante para la salud de nuestros ojos y nuestra piel.
La vista y la piel son dos de las partes de nuestro cuerpo que más se ven expuestas a la luz solar y la radiación en verano, por lo que reforzarlas con esta vitamina, junto con el uso de protección solar y gafas de sol, nos ayudará a evitar que sufran daños.
Vitaminas del complejo B
Las vitaminas del complejo B intervienen en el metabolismo de todas las células y forman parte de los sistemas enzimáticos del organismo, contribuyendo a la producción de energía.
También ayudan al funcionamiento normal del sistema inmune, a la protección de las células frente al daño oxidativo y a disminuir el cansancio y la fatiga, entre otras muchas funciones.
En verano nos exponemos continuamente a la radiación solar, algo que puede aumentar la formación de radicales libres. Las vitaminas del complejo B, gracias a sus propiedades antioxidantes, nos ayudarán a combatirlos, así como a hacer frente al cansancio provocado por las altas temperaturas veraniegas.
Vitamina C
La vitamina C funciona como un potente antioxidante que protege al cuerpo del daño generado por los radicales libres y desempeña un papel esencial en la síntesis del colágeno, necesario para el mantenimiento de todos los tejidos.
Además, se trata de una vitamina imprescindible para el correcto funcionamiento del sistema inmune.
Por lo tanto, mantener unos niveles correctos de vitamina C en nuestro organismo nos ayudará a aumentar nuestras defensas y, así, evitar los posibles resfriados o catarros provocados por la diferencia de temperatura entre el exterior y los lugares con aire acondicionado, y a prevenir las infecciones por bacterias y virus.
Asimismo, tiene propiedades regeneradoras de la piel y ayuda a evitar la aparición de manchas y arrugas provocadas por el sol.
Vitamina D
Nuestro cuerpo produce vitamina D cuando se expone a la luz solar. Sin embargo, pese a la cantidad de horas de luz solar que hay en verano, el déficit de esta vitamina es muy común en la población, incluso en verano, ya que las cremas de protección solar que utilizamos, aunque son muy importantes para evitar las quemaduras solares, impiden la absorción total de los rayos solares, dificultado la fabricación de esta vitamina.
La vitamina D contribuye en la absorción del calcio y la salud de los huesos y los dientes y el funcionamiento normal del sistema inmunitario, algo fundamental durante el verano.
Vitamina E
La vitamina E es un antioxidante que contribuye a la protección de las células frente al daño oxidativo, algo de gran ayuda en la época estival debido a que, como hemos visto anteriormente, la exposición continuada a la radiación solar puede provocar el aumento de los radicales libres.