Cocotero
Cocos nucifera
El cocotero o cocos nucifera es una especie de palmera de la familia arecaceae. El árbol se cultiva desde hace años para uso ornamental, por su madera o por su fruto, el coco.
El fruto del cocotero es muy apreciado tanto por su pulpa como por su jugo y de él se fabrican jabones y aceites.
Descripción
Es una sola especie con múltiples variedades que se diferencian únicamente por el color de su fruto, amarillo o verde, y por algunas diferencias en el tallo. Esta planta es una palmera que puede llegar a alcanzar los 30 metros de altura con facilidad. Su tronco puede variar del color gris al marrón y tiene cicatrices que dejan las hojas más viejas al desprenderse y caer. Estas hojas son de color verde amarillento, pinadas, y pueden llegar a medir entre cuatro y seis metros de largo. Sus raíces son fibrosas, delgadas, largas y fasciculadas. Su inflorescencia puede alcanzar el metro de largo y las flores se encuentran agrupadas en panículas de color amarillo.
Fruto: Coco
Todas las variedades del cocos nucifera tienen un rasgo común en su fruto y es su sabor característico: agradable, dulce, carnoso y jugoso.
Desde el punto de vista botánico, el fruto es una drupa de color verde o amarilla, dependiendo de la variedad a la que pertenezca. Se vuelve marrón al madurar y tiene forma ovoide llegando a medir unos 25 cm de longitud. Puede llegar a pesar hasta dos kilos y medio. Su pulpa es blanca y líquido de su interior es apto para su consumo. Estas plantas pueden producir hasta 75 frutos por año, pero con mayor frecuencia produce algo menos de 30.
Este fruto se conoce popularmente como coco y es una fruta tropical. El agua que guarda en su interior se puede beber y se puede comer la pulpa fresca. Del coco también se obtiene aceite, manteca, leche y harina. Su cáscara es gruesa y peluda y la pulpa del coco es blanca, con un aroma muy característico. Esta fruta es rica en fibras y minerales como el potasio, el fósforo, el magnesio o el hierro y en vitaminas como la E la C o la B.
Origen y etimología
Propiedades
Existe cierta evidencia médica sobre las propiedades medicinales de algunas partes de la planta, en parte se ha confirmado su efectividad como diurético, emoliente, vermífugo, laxante, antinflamatorio, antioxidante, analgésica, antiartrítica y antibacteriana. La cáscara del coco quemada se emplea como sahumerio en caso de dolor de muelas. Además, con la pulpa de su fruto se hace un jarabe pectoral y la decocción del mesocarpio fibroso, en las zonas de origen, se usa como purgante y antihelmíntico.
Aceite esencial de coco
El coco y el agua de coco son muy ricos en grasas saturadas, fibra, vitaminas, minerales, vitamina E, tocotrienoles, caroteno y otros micronutrientes.
El aceite de coco contiene grasas saturadas (triglicéridos) de cadena media (MCT), lo cual implica una utilización por el cuerpo inmediata para ser convertida en energía, sin ser acumulada en el organismo. Alrededor de un 50 % de los ácidos grasos del coco es ácido láurico.
El aceite de coco es una fuente abundante de grasas saturadas. Por esta razón ha tenido mala reputación el coco y sus productos derivados: aceite de coco y mantequilla, leche de coco, crema de coco. Basándose en investigaciones financiadas por empresas e intereses comerciales, se culpó al coco y a otras grasas tropicales, como las de palma, de elevar el colesterol o el riesgo de arterosclerosis, lo que les robó la popularidad de la que habían gozado hasta el momento. Sin embargo, los indígenas llevan miles de años usando grasas tropicales en su alimentación. Se ha visto que precisamente en estos grupos étnicos la incidencia de enfermedades cardiacas y arterosclerosis es muy baja.
Alrededor de un 50% de los ácidos grasos del coco es ácido láurico. Investigaciones recientes muestran que el ácido láurico se convierte en el cuerpo en una potente sustancia (gliceril monolaurato) de propiedades antivíricas, antibacterianas y antimicóticas, denominada monolaurina. Patógenos como la Candida albicans, la bacteria Helicobacter pylori, el virus del sida HIV, el virus del sarampión, el virus del herpes, cytomegalovirus, Epstein-Barr, el virus de la gripe y muchos otros son susceptibles a la monolaurina. El ácido láurico es uno de los ingredientes naturales de la leche humana, que protege al bebé de las infecciones.
Otros ácidos grasos que se encuentran en el coco son el ácido mirístico, cáprico y caprílico que también tienen notables propiedades antivíricas, antibacterianas y antimicóticas. Por ejemplo, el ácido caprílico lleva décadas utilizándose en el tratamiento de la candidiasis.
El coco y el agua de coco son muy ricos en grasas saturadas, fibra, vitaminas, minerales, vitamina E, tocotrienoles, caroteno y otros micronutrientes. El aceite de coco virgen, lleno de sabor, contiene la mayoría de estos nutrientes y se usa mucho en los países tropicales para cocinar. Debido a que el aceite de coco contiene grasas saturadas, es bueno para cocinar, ya que permanece estable al calentarlo. Desgraciadamente el aceite de coco disponible en los países occidentales es frecuentemente muy diferente del que se usa en los trópicos. Ha sido hidrogenado para endurecerlo y que se conserve por más tiempo. El proceso de hidrogenado requiere el uso de aluminio y níquel, y por eso suele haber trazas de estos metales en el aceite hidrogenado de coco. Paralelamente, el proceso de hidrogenado destruye vitaminas como la vitamina E, caroteno, tocotrienoles y otros muchos nutrientes. Además, muchas marcas refinan el aceite de coco sometiéndolo a calor y a solventes. No es de extrañar que estudios realizados con este tipo de aceite muestren que es poco saludable.
El aceite de coco contiene grasas saturadas (triglicéridos) de cadena media (MCT), lo cual implica una utilización por el cuerpo inmediata para ser convertida en energía, sin ser acumulada en el organismo. Esto hace que tanto el hígado, como el páncreas o el sistema digestivo estén menos agotados, lo que acelera el metabolismo general, ayudando a perder peso. Se puede decir que este aceite ayuda mucho a controlar el peso y a perderlo cuando es excesivo.
Otros aceites viajan por la sangre en forma de lipoproteínas, hasta acumularse en diversas zonas. El aceite de coco va directo al hígado, donde se transforma en energía. Además, el aceite de coco tiene un valor calórico de 6,8 calorías por gramo, mientras que el resto de los aceites tienen 9 calorías por gramo. O sea, 2,2 calorías menos por gramo. Mientras una cucharada de aceite convencional contiene 90 calorías, una cucharada de aceite de coco contiene 68 calorías.
A mayor cantidad de grasa corporal que la persona tenga, mayor será el efecto que el aceite de coco provocará sobre el metabolismo. Este efecto termogénico de quemar calorías se mantiene elevado por al menos 24 horas. Además, en algunas experiencias se ha visto que ayuda a reducir el apetito. Por otro lado, protege el corazón y es bueno para mejorar el hipotiroidismo, que puede exacerbarse si se toma un exceso de aceites ricos en omega-6. Cuando hay una cantidad suficiente de hormonas tiroideas en el cuerpo, mediante enzimas el colesterol se convierte en esteroides como progesterona, dehidroepiandrosterona y pregnenolona, fundamentales para evitar las enfermedades del corazón, la obesidad, el tumor y otras enfermedades degenerativas.
El ácido láurico también contribuye a regular los niveles de colesterol y ayuda a estabilizar la presión arterial.
También actúa sobre la piel otorgándole elasticidad. Es antirradical libre, mejora las manchas y las caras castigadas por el viento o el sol, es hidratante, emoliente y suavizante. Hay un uso popular, mezclado con limón, que consiste en masajear el cuero cabelludo para mantener el cabello saludable. El aceite de coco no es sensible como otros aceites, al calor, la luz o el oxígeno.