En esta forma tiene la ventaja de no ser atacado por los aniones precipitantes como los fosfatos, fitatos u oxalatos, que podrían formar complejos con los iones de hierro y evitar la absorción. No le influye en la absorción el exceso de grasa en la dieta ni las interacciones que se podrían dar con otros minerales como el calcio, cobalto, fósforo, zinc, manganeso o cobre, competidores del hierro.
El complejo es eléctricamente neutro, no ionizante, menos reactivo y muy metabolizable por el organismo. Para su absorción no es necesaria la ionización, no depende del pH, no hay reacciones químicas en el intestino, no influye la hidrólisis ácida del estómago ni reacciona con las enzimas intestinales. Se absorbe en la membrana intestinal por transporte activo.
Los efectos secundarios en la administración de esta forma del hierro son mínimos y las interacciones con medicamentos o alimentos desaparecen prácticamente.