Es la soluble en grasa más importante que encontramos de manera endógena (la crea nuestro organismo por sí sólo) en el cerebro, y ayuda al mantenimiento de las membranas celulares, el crecimiento de dichas células, su secreción y comunicación, el transporte de señales entre células.
También forma parte de las membranas celulares internas, como almacén metabólico para otros fosfolípidos.