Acción:
Tradicionalmente usado en la hipertensión, como vasodilatador coronario (preventivo cardiaco), diurético, antiarrítmico, hipoglucemiante, para controlar la fiebre, para regular el colesterol y los triglicéridos. Es un buen antioxidante. Se ha demostrado que tiene acción antivírica, especialmente frente al virus del Herpes zóster o el de la gripe.
Explicación:
Contiene heterósidos secoiridoides: oleuropeósido (60-90 mg/g), 11-dimetiloleo-europeósido, diéster metílico del oleósido, ligustrósido, oleurósido; feniletanoides: hidroxitirosol, tirosol. Aldehídos secoiridoides: oleaceína. Flavonoides: hesperidósido, rutósido, luteolin-7-O-glucósido, quercetósido, kaempferol. Azúcares: manitol, glucosa. Los frutos contienen ácidos oleico (78-86%), linoleico (0-7%), palmítico y esteárico (9-12%). Sales minerales, trazas de vitaminas A y D.
Se usan las hojas. Popularmente también se emplea el aceite obtenido de los frutos.
El extracto acuoso inhibe in vitro el enzima convertidor de la angiotensina (efecto que se atribuye a la oleacina).
La infusión y el oleuropeósido producen un efecto vasodilatador coronario y antiarrítmico.
Los compuestos fenólicos, especialmente en hidroxitirosol, son un potente antioxidante (incluso más que la vitamina E), e inhiben la peroxidación lipídica.
El aceite de oliva, además de tener un gran valor nutritivo, ejerce una acción colagoga, hipocolesteromiante, ligeramente laxante y emoliente en aplicación tópica.
Tradicionalmente se le atribuye:
- A la hoja de olivo: una acción antihipertensiva, febrífuga, hipoglucemiante, hipocolesteromiante, vasodilatador coronario, antiarrítmico, antioxidante y diurética.
- Al aceite: estreñimiento, coadyuvante en el tratamiento de las hiperlipemias y en la prevención de la arteriosclerosis. En uso externo: dermatitis, eczemas secos, psoriasis, quemaduras, escaldaduras, ictiosis, dishidrosis.
La Agencia Europea del Medicamento (EMA) aprueba su uso tradicional para promover la eliminación urinaria de agua en casos de retención de líquido.
Estudios recientes han demostrado que las hojas de olivo son antivíricas y activas frente al virus del herpes, tanto simple como Herpes zóster. Se sabe que los egipcios las usaban para preservar las momias y en Oriente Medio, sus infusiones se han utilizado para tratar la fiebre, la faringitis, la cistitis, la gota y, en cataplasmas, para el Herpes zóster, los furúnculos y las verrugas. También hay que destacar el efecto antifúngico de esta planta. Tiene a su vez un efecto inhibidor sobre ciertas enzimas como la transcriptasa inversa, de donde se desprende su función antiviral, concretamente contra los virus del herpes y de la gripe. En un ensayo clínico aleatorizado, doble ciego, se comparó el efecto antihipertensivo de un extracto de hoja, valorado en 18-26% oleuropeína, en pacientes con hipertensión leve. La administración de 500 mg, 2 veces al día, durante 8 semanas, redujo los niveles de tensión arterial sistólica y diastólica de forma similar al captopril. En el grupo que tomó el extracto de hoja de olivo, se observó además una reducción significativa en los niveles de triglicéridos.
El efecto hipoglucemiante ha sido comprobado en diferentes estudios clínicos. En uno de ellos, la administración de 500 mg al día del extracto, redujo la glucemia basal y la hemoglobina glicosilada (HbA1c) respecto al grupo placebo. En otro estudio, aleatorizado, doble ciego y cruzado, en el que participaron 46 pacientes, la administración durante 12 semanas de un extracto estandarizado en polifenoles (51,1 mg de oleuropeína y 9,7 mg de hidroxitirosol al día), produjo un aumento del 15% en la sensibilidad a la insulina y de un 28% en la capacidad de respuesta de las células beta-pancreáticas, así como un aumento en los niveles basales de interleucina-6, IGFBP-1 e IGFBP-2. No se observaron cambios en la tensión arterial ni en el perfil lipídico.