A principios de los años 90 se descubrió que el aceite de krill antártico tiene un alto contenido de ácidos grasos omega 3 y antioxidantes. Contrario a lo que sucede en el aceite de pescado normal, que tiene un buen contenido de ácidos omega 3 (DHA y EPA), en el caso del aceite de krill antártico los omega 3 están presentes en forma de fosfolípidos (liposomas o pequeños empaques que transportan los ácidos grasos directamente a las células del cuerpo), dando como resultado una forma más eficiente de incorporarlos a la membrana de la célula, dónde ejercen todas sus funciones benéficas.
Otros constituyentes exclusivos del aceite de krill antártico son los principios antioxidantes con una capacidad extraordinaria de atacar los radicales libres que tanto daño causan en nuestro organismo. Estos son los antioxidantes hallados en el aceite de krill: vitamina A, pequeñas cantidades; vitamina E; astaxantina, el más importante de los antioxidantes presentes; y cantaxantina.